La Inteligencia Emocional es un término definido en 1990 por dos psicólogos de la Universidad de Yale (Peter Salovey y John Mayer) y difundido mundialmente por el psicólogo, filósofo y periodista Daniel Goleman. Básicamente consiste en:
Sentir, entender, controlar y modificar estados anímicos propios y ajenos.
Esta idea está basada en la Teoría de las Inteligencias Múltiples, elaborada en 1983 por el psicólogo de la Universidad de Harvard Howard Gardner, que destaca que el ser humano no sólo tiene un tipo de inteligencia, sino 8 tipos: la lingüística-verbal, la lógica-matemática, la corporal-cinestética, la visual-espacial, la musical, la emocional (que se dividiría en la intrapersonal y la interpersonal), la naturalista y la existencial.
A partir de estas teorías, el Informe Delors (UNESCO 1998) definió la educación emocional como un complemento indispensable en el desarrollo cognitivo, incluyéndola entre los cuatro ejes básicos que fundamentan la educación del siglo XXI:
1. Aprender a conocer y aprender a aprender para aprovechar las posibilidades que ofrece la educación a lo largo de toda la vida
2. Aprender a hacer para capacitar a la persona para afrontar muchas y diversas situaciones
3. Aprender a ser, para obrar con autonomía, juicio y responsabilidad personal
4. Aprender a convivir, a trabajar en proyectos comunes y gestionar los conflictos